Mis Queridos Amigos,
Hoy celebramos la Fiesta de la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán en Roma. Esta es la catedral de Roma, y dado que el Papa es el obispo de Roma, es la catedral de la Iglesia Universal. Celebramos esta fiesta para recordar que somos una Iglesia santa, católica y apostólica, en comunión con nuestro Santo Padre, al tiempo que nos regocijamos por la dedicación de nuestra iglesia madre en la Ciudad Eterna. Esta fiesta también nos recuerda que nosotros somos la Iglesia. No se trata de un edificio, ni de un edificio lejano en Roma, sino que la Iglesia está formada por piedras vivas, el pueblo de Dios, que, en comunión con Cristo y con aquellos a quienes Él ha confiado el cuidado de su grey, están llamados a edificar el Reino de Dios aquí en la tierra.
Recordamos que, como Iglesia, estamos llamados a edificar sobre el fundamento que nos dejó nuestro Salvador. Él fundó la Iglesia, y los apóstoles y todos los que vinieron después edificaron sobre ese fundamento. Aquí, en esta iglesia en particular, fundada hace casi cien años, continuamos edificando sobre el fundamento dejado por los fundadores de esta gran comunidad parroquial. El trabajo que realizaron entonces sentó las bases de lo que hacemos hoy como parroquia en nuestro centenario. Obviamente, nos reunimos para la Misa en esta hermosa iglesia que nuestros fundadores construyeron con tanto esfuerzo, y disfrutamos de los frutos de su trabajo, pero ¿qué legado dejamos a las futuras generaciones? ¿Qué historia vamos a nosotros escribir en este capítulo de la historia de nuestra parroquia?
Como Iglesia viva, nunca cesamos en la construcción del Reino de Dios, y esto va más allá de lo que se hizo en nuestra iglesia durante el verano. Hay muchos hermanos y hermanas aquí en esta parroquia que trabajan en la viña del Señor y realizan grandes obras de caridad sin que nadie lo note. En las próximas semanas, veremos a muchos trabajando organizar una Misa en el patio de nuestra escuela para celebrar el centenario de la Escuela de Santa Teresa con el arzobispo. Nuestro Ministerio de Personas Desamparadas trabajará incansablemente para asegurar que las familias necesitadas reciban una cena digna para el Día de Acción de Gracias.
En menos de un mes, un gran número de voluntarios recibirá a miles de personas que vendrán a nuestra iglesia a venerar las reliquias de Santa Teresita. Y finalmente, más tarde esa misma semana, otro ejército de voluntarios trabajara en la Feria Parroquial, laborando lejos de la vista, con una dedicación no menos importante: quienes se quedan hasta tarde recogiendo basura, quienes se levantan temprano para comprar la comida, quienes realizan pequeños actos de caridad para que estos días transcurrieran con mayor facilidad. Pero más allá de estos eventos, en el día a día de esta parroquia, muchas personas maravillosas edifican el reino y su Padre Celestial lo nota. Tenemos a quienes dirigen estudios bíblicos, supervisan grupos de oración e imparten catequesis. También contamos con un grupo de feligreses dedicados que visitan a los enfermos y llevan el amor que compartimos en esta iglesia los domingos y la Sagrada Eucaristía a los hogares. Todo esto nos recuerda que esta es nuestra parroquia y que nosotros somos la Iglesia.
En resumen, estamos llamados a reflejar este magnífico templo restaurado donde reside Dios. Cuando era niño, cada vez que íbamos a misa los domingos, siempre tenía presente que esta era la casa de Dios y que aquí vivía Dios. Pero como Iglesia, no podemos confinarnos entre estas paredes. Esto es algo que tanto el Papa León como el Papa Francisco, antes que él, han repetido una y otra vez. Si como Iglesia estamos verdaderamente llamados a reflejar este templo donde mora Dios, entonces debemos ser templos vivientes de la presencia de Dios en el mundo. La pregunta y el reto que les dejo hoy, al celebrar lo que significa ser parte de la Iglesia, es este: “¿Qué estoy haciendo para contribuir a la obra de nuestra amada Iglesia de Santa Teresita?”
Que Dios los bendiga a todos,
