22 de Enero – III Domingo en el Tiempo Ordinario

Mis queridos amigos, 

“¡Aquí estoy, Señor!” 

La letra de esta canción que todos hemos escuchado siempre tira de nuestras fibras del corazón. La semana pasada, escuchamos esas palabras en el salmo responsorial. Son las palabras de un servidor que está dispuesto, listo y ansioso por hacer la voluntad de Dios. Esas palabras tienen un significado especial para mí porque seguía repitiendo el estribillo de esa canción hace 30 años cuando tomé la decisión de ingresar al seminario y seguir una vocación al sacerdocio. Como seguidores de Jesucristo, siempre tenemos que modelar nuestra vida según la suya y seguir la voluntad divina de nuestro Padre Celestial. 

En el evangelio de hoy, Cristo llama a los primeros discípulos a seguirlo. Los corazones de estos hombres estaban tan conmovidos que dejaron todo atrás para seguir al Señor. Nosotros debemos hacer lo mismo. Debemos estar dispuestos a dar nuestras vidas por el Señor y por nuestros hermanos y hermanas, especialmente por los más necesitados. 

Hoy es el domingo del ABCD aquí en nuestra parroquia mientras respondemos al llamado del Señor y a la invitación de nuestro arzobispo para cuidar de los pobres en nuestra comunidad. El año pasado, la respuesta fue abrumadora y superamos nuestra meta. Los feligreses de la Iglesia de Santa Teresita siempre responden cuando se trata de ser generosos, así que sé que superaremos nuestra meta nuevamente. Permítanme compartir con ustedes las palabras del arzobispo Wenski para la campaña del ABCD de este año: 

Jesús dejó un hermoso legado de amor, un amor unificador. Es uno de los regalos más grandes que nos ha dado, y nuestra fe nos llama a vivir ese amor compartiéndolo con los demás. Su amor
es amable y paciente; perdura en tiempos difíciles y se regocija en la verdad. El amor al cual estamos llamados a vivir no se encuentra en el éxito profesional o en las cosas materiales, sino que se centra en Jesús y en vivir su legado ayudando a los demás y manteniéndolos en nuestros corazones, como Él lo hizo. 

Durante los últimos 65 años, la Arquidiócesis de Miami ha estado llevando el amor de Cristo a las personas, sin importar quiénes sean o dónde vivan. Eso ha sido posible, en parte, gracias a personas como ustedes. A través de la Campaña de Caridades y Desarrollo del Arzobispo, el ABCD, ustedes ayudan a la iglesia a llevar el don del amor de Dios a los más necesitados, más allá de lo que sucede en su parroquia. Las buenas obras que el ABCD hace posible son un testimonio de nuestra fe, nuestro amor y nuestra compasión. 

Entonces, les pregunto: ¿cuál será su legado? ¿Qué están haciendo ahora que será recordado? ¿Qué impacto están teniendo en los demás? Aquellos que dejan un legado duradero son aquellos que siguen los dos mandamientos más importantes: Amar a Dios con todo el corazón
y amar a los demás como a sí mismo. 

No basta con decir que somos cristianos: debemos vivir la fe, no sólo con nuestras palabras, sino con nuestras acciones. Los invito a unirse a mí para dar el don de la esperanza – un acto genuino de amor – abriendo sus corazones en apoyo del ABCD y donar hoy. Cada regalo hace una diferencia y cambia vidas. 

Me hago eco de las palabras del arzobispo Wenski invitándoles a hacer su promesa hoy al ABCD de este año. Esta parroquia ha dejado un legado duradero para muchos en la Arquidiócesis de Miami. Que continuemos esta tradición de dar ayudando a los más pobres entre nosotros.  

Que Dios los bendiga a todos,

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