Mis queridos amigos,
A medida que nos acercamos al día de las elecciones, hago un llamado a esta comunidad parroquial a la oración, especialmente en lo que respecta a la derrota de la Enmienda 4 que, de aprobarse, consagraría el derecho al aborto en nuestra constitución estatal. Muchos de ustedes no escucharon mi homilía del Domingo de Respeto a la Vida que prediqué en la Misas de las 10:30 a.m. y las 5:30 p.m. a principios de este mes. Si pudiera ofrecer algunos extractos de mi llamado pastoral para que alcemos nuestras voces como pueblo católico:
… el mayor mal de nuestra sociedad, la mayor consecuencia de esta cultura del libertinaje aquí en nuestro país es la eliminación de una generación entera de niños debido al grave pecado del aborto que se nos vende como atención médica y algo conveniente. Donde los niños son vistos como una carga que se puede descartar fácilmente en vez de un regalo. Satanás, después de todo, es el padre de las mentiras, y la mentira más grande que podemos decirnos a nosotros mismos como católicos es que debemos “vivir y dejar vivir” o dejar que otros crean lo que creen o “no debemos imponer nuestras creencias a los demás”. Ese tipo de pensamiento cobarde, sí, usé la palabra cobarde, ha llevado a la erosión del matrimonio y la familia, y no a la erosión, sino a la eliminación de 65 millones de pequeñas almas.
Cristo nos dice al final del evangelio de hoy: “Dejad que los niños vengan a mí”. Pero nuestra sociedad no los quiere.
La Madre Teresa dijo una vez una frase famosa sobre los niños no deseados: “Dadme ese niño. Lo quiero. Lo cuidaré. Estoy dispuesta a aceptar a cualquier niño que sea abortado y a entregarlo a una pareja casada que lo ame y sea amada por él”. Observe cómo también exalta el sacramento del matrimonio sabiendo cuántas parejas luchan por concebir y están abiertas a adoptar un bebé. También entiende que “el matrimonio es el gran protector de la vida humana no nacida.”
No podemos, como pueblo creyente, quedarnos de brazos cruzados mientras esta “cultura de la muerte” de la que habló San Juan Pablo II continúa destruyendo nuestra nación. Por eso es imperativo que nos levantemos como católicos y votemos NO a la Enmienda 4 que está en nuestras papeletas electorales el mes próximo. El Arzobispo Wenski escribió en una columna el pasado mes de mayo: “Sin embargo, los católicos deben participar en la esfera pública y hacerlo de manera coherente y sin pedir disculpas. Dar testimonio es nuestro deber como católicos fieles, y es nuestro derecho como ciudadanos llenos de fe. ¡Voten “no” a la Enmienda 4! No se trata de “imponer nuestras opiniones”, sino de “hacer nuestra propuesta” sobre lo que es necesario para el florecimiento humano en la sociedad. Insistiendo en que cada ser humano importa…”
Dejen que los niños vengan a mí.
¿Y qué propone la Iglesia si hacemos lo que los obispos rezan que hagamos y “hacer que el aborto sea impensable”? Bueno, empecemos por acoger a las madres embarazadas que no tienen medios para ayudar a su hijo no nacido una vez que el bebé nace. Es haciendo lo que nosotros como parroquia [hacemos todos los años] con nuestro desayuno anual de
Respeto a la Vida: recaudar fondos para apoyar a nuestros centros de embarazo. Es haciendo lo que hizo el arzobispo el mes pasado: abrir una residencia que servirá como refugio y residencia para mujeres embarazadas y posparto necesitadas y sus bebés.
Finalmente, quiero terminar esta homilía con una simple palabra: misericordia. En mis 22 años de sacerdocio, me he sentado con muchas mujeres que han tenido abortos. Todas sus historias son diferentes y desgarradoras, pero vienen a un sacerdote, vienen a la Iglesia, vienen a nosotros, buscando la misericordia de Dios, y debemos aceptarlas como lo haría Dios nuestro Padre. La Iglesia hace tanto que pasa desapercibido para apoyar a estas mujeres. Existe el Proyecto Raquel que les brinda asesoramiento y ofrece retiros de sanación. Si necesita sanación más allá del confesionario debido a un aborto, puede llamar al Proyecto Raquel al 954-981-2984 o visitar hopeafterabortion.com.
Mis amigos, debemos seguir trabajando por una cultura que hace que el aborto sea impensable. Y eso comienza
votando no a la Enmienda 4, que como su pastor, que está llamado a formar sus conciencias, los insto a hacer, pero va más allá de eso. Debemos crear una sociedad que valore a los niños y los acoja, [porque] una sociedad que esté arraigada en el amor, en el Amor Divino, hace que cada pecado sea impensable.
Lo hará ha llegado. No podemos permanecer en silencio ante el grave pecado del aborto. El mundo nos está
alimentando con tantas mentiras, pero como católicos debemos defender la verdad y defender cada vida vulnerable, especialmente la de los no nacidos. En estos últimos días antes de las elecciones, los insto a orar para que los corazones cambien, pero también los insto a actuar: díganle a sus familiares y amigos que voten no a la Enmienda 4. Este boletín tiene una página entera dedicada a este tema para ayudarlos a predicar la verdad a todos. ¡Les ruego, por el bien de nuestros niños, que difundan la palabra y voten no a la Enmienda 4!
Que Dios los bendiga a todos,