Mis Queridos Amigos,
“…proclama la palabra; persevera, sea conveniente o inconveniente; convence, reprende, anima con toda paciencia y enseñanza.” (2 Timoteo 4:2)
Las lecturas de esta semana se centran en la perseverancia en la oración. Jesús quiere que los discípulos oren, perseveren y no se cansen como Moisés lo hizo durante la batalla contra Amalec, donde mantuvo los brazos en alto para que Israel derrotara a sus enemigos. La perseverancia es la clave de la oración, como vemos en la parábola que Jesús ofrece de la viuda que insiste en pedir justicia al juez. Nuestro Dios es un Dios de justicia que nos dará mucho más de lo que el juez le dio a la viuda porque clamamos a él y, aún más importante, porque somos sus elegidos.
Hoy la Iglesia celebra el Domingo Mundial de las Misiones y estamos llamados a ser perseverantes en nuestras oraciones por todos los misioneros del mundo. Nos dirigimos aquí a la copatrona de las misiones, quien, a pesar de su corta edad, de no haber abandonado nunca el convento y de las dolencias que la afligieron hasta su prematura muerte a los 24 años, siempre oró incesantemente y ofreció su sufrimiento por las misiones y la difusión del Evangelio. Por supuesto, me refiero a Santa Teresita de Lisieux, quien anhelaba ser misionera. La vemos como un modelo de cuán fervientes deben ser nuestras oraciones por todos esos hermanos y hermanas de todo el mundo que tanto sacrifican para llevar el mensaje de Jesucristo, la compasión y la obra de su Iglesia a quienes lo necesitan desesperadamente.
Hoy oramos por las Hermanas Salesianas de Chennai, India, que dedican su vida a rescatar a niñas de la trata infantil y la esclavitud moderna (sí, lamentablemente, todavía existe en pleno siglo XXI). En Chennai, las niñas son vendidas y tienen que trabajar en hogares desde las 5:00 a. m. hasta la medianoche todos los días cocinando, limpiando y cuidando bebés, a pesar de tener solo 9 o 10 años. Las Hermanas las rescatan y les brindan un hogar amoroso donde les brindan educación y les devuelven su dignidad. La Iglesia hace tanto bien en todo el mundo que ni siquiera lo conocemos. Ya no se trata solo de alimentar al hambriento, vestir al desnudo y cuidar al enfermo.
Misioneros de todo el mundo arriesgan sus vidas a diario para hacer la obra de Cristo y proclamar su glorioso Nombre, incluso en países donde es ilegal hacerlo, solo para que sus hermanos y hermanas puedan tener una vida mejor. Eso es lo que hacen las Hermanas Salesianas en Chennai, India, y por eso todos estos misioneros necesitan nuestras oraciones constantes. Un misionero debe ser tan perseverante como la viuda del Evangelio y tan valiente como San Pablo le dice a Timoteo en la segunda lectura.
Terminaré con esta historia de nuestro querido obispo, Monseňor Agustin Román (EPD), quien pasó años y años visitando a los indígenas Miccosukee para celebrar la misa, aunque allí no había nadie católico. Aun así, persistió. Iba una y otra vez sin desanimarse, y tras muchos años de ministerio allí, finalmente encontró a una persona que abrazó la fe católica. El obispo Román contaba esta historia con inmensa alegría. Muchos se habrían dado por vencidos después de uno o dos años, y muchos habrían considerado un fracaso una sola conversión a lo largo de tantos años, pero el santo obispo siguió adelante y se regocijó cuando todo ese arduo trabajo dio sus frutos, porque un solo corazón ahora pertenecía a Jesucristo. Este santo hombre nos recuerda que también nosotros estamos llamados a ser misioneros en virtud de nuestro bautismo, y que estamos llamados a invitar a otros a compartir la alegría que experimentamos cada domingo aquí en la Eucaristía. Hay tanta gente que necesita experimentar el amor, la misericordia y la paz de Jesucristo. Hoy no les pido que vayan a la India a ayudar a las hermanas salesianas. No les pido que se vayan a tierras lejanas. Hoy solo tengo una simple petición misionera: inviten a misa a alguien que no suele ir. Puede que al principio digan que no, pero insistan. Quizás su persistencia los haga finalmente acceder a su petición, como el juez del Evangelio. Y cuando vengan a misa y se abran a la efusión de gracia que se derrama aquí en este altar, no habrá límites para lo que Dios les tiene reservado. Que siempre seamos persistentes en nuestras oraciones por los misioneros de todo el mundo y que abracemos nuestro llamado bautismal a ser misioneros en este Domingo Mundial de las Misiones y todos los domingos, invitando a una sola persona a acompañarte a misa la próxima semana. Santa Teresita del Niño Jesus, copatrona de las misiones, ruega por nosotros.
Que Dios los bediga a todos,


