23 de Noviembre – Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo

Mis Queridos Amigos,

¡Qué maravillosa celebración eucarística tuvimos la semana pasada para conmemorar el centenario de nuestra escuela! Más de 1,200 personas nos acompañaron en el recinto escolar para la misa y un recorrido histórico. Agradezco a todos nuestros exalumnos por asistir a esta celebración única en un siglo y a todos los padres, maestros y personal de la escuela que trabajaron arduamente para que la Misa del Centenario fuera uno de los eventos más memorables en la historia de nuestra escuela parroquial. Que Dios los bendiga a todos por su amoroso servicio.

En 1925, el mismo año en que se fundó la escuela, el Papa Pío XI instituyó una nueva solemnidad que celebramos hoy: Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo. Las razones del Papa fueron dos: combatir el totalitarismo y el excesivo pietismo que existían en aquel entonces. El Papa Pío veía cómo el Estado se convertía en la figura dominante en muchas sociedades, por lo que quiso enfatizar que Jesucristo era el único Rey de nuestras vidas y que no podía ser reemplazado por un Estado, una persona o una ideología. El comunismo y el fascismo estaban en auge, y el nazismo en sus inicios, por lo que se les recordaba a las personas la realeza de Cristo en su vida diaria y la importancia de no permitir que una ideología lo reemplazara. Esos tres «ismos» han quedado relegados al olvido, pero han sido reemplazados por otros «ismos» como el materialismo y el secularismo. Vivimos en un mundo donde Dios no es relevante, necesario ni siquiera reconocido. Por eso la fiesta de hoy es tan importante, porque necesitamos recordar que Jesús es Rey.

La semana pasada escribí en este espacio sobre los cristianos perseguidos en diferentes partes del mundo. Nuestro Santo Padre mencionó la semana pasada a los cristianos perseguidos en Nigeria. Huelga decir que no es seguro adorar a Jesucristo en algunas partes del mundo. Sin embargo, muchos siguen acudiendo a adorar a Cristo, su Rey, a pesar de la adversidad, incluso si ello les cuesta la vida, como ha sucedido con tantos mártires a lo largo de la historia de la Iglesia. Mártires como el Beato Miguel Agustín Pro, cuya fiesta celebramos el 23 de noviembre, quien murió durante la Guerra Cristera en México en la década de 1920, justo cuando se empezó a celebrar esta solemnidad de Cristo Rey. La Iglesia sufría una gran persecución en México y el Padre Miguel, sacerdote jesuita, fue arrestado y ejecutado bajo falsas acusaciones. Mientras era ejecutado, él, al igual que muchos otros que murieron en aquella época, proclamó: «¡Viva Cristo Rey!». Estas palabras no solo deben estar en nuestros labios, sino grabadas en nuestros corazones cada día. Cristo debe reinar en nuestros corazones para que podamos dar a conocer su reino a todos, incluso ante la adversidad. Cada vez es más difícil ser cristiano, pero por eso el Papa Pío XI instituyó esta gran solemnidad: para recordarnos que, sin importar la adversidad que enfrentemos, ¡Jesucristo es Rey!

Que Dios los bendiga a todos,

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