Mis Queridos Amigos,
La pandemia ha dejado una huella en tantos aspectos de nuestras vidas. Como Iglesia, tuvimos que soportar un encierro y luego el aumento lento y gradual de nuestras Misas cuando reabrimos. Nuestros ministerios están tristemente cerrados, pero nuestro Ministerio de Personas sin Hogar no se ha detenido en ayudar a alimentar a los pobres. ¿Por qué? La Iglesia nunca puede detenerse su misión de santificar a sus fieles (lo que estamos haciendo a través de la celebración de los sacramentos) y cuidando de los menos afortunados. Muchas personas se han visto afectadas negativamente por la pandemia, y como Iglesia, debemos ayudar a nuestros hermanos y hermanas necesitados recordando las palabras de nuestro Señor en Mateo 25: “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.” En los momentos de crisis, este versículo resuena aún más.
Este fin de semana, tenemos nuestro llamamiento anual para las Caridades y Desarrollo del Arzobispo (ABCD). Desde el comienzo de la pandemia, ante la falta de cobro y el aumento de los costos relacionados con COVID, me he mostrado reacio a hacer un llamamiento a la parroquia porque sabía que muchos feligreses habían perdido sus trabajos. Dios proveyó porque muchos feligreses intensificaron y organizaron, sin mi conocimiento, un llamado clandestino a través de las redes sociales para conseguir que sus compañeros feligreses se inscribieron para dar en línea. Como resultado, dar en línea subió un 120%, y como ustedes ha visto sin duda en nuestro boletín las últimas semanas desde Navidad, la colecta general los domingos ha aumentado muchísimo también. He llegado a ver que la generosidad de los feligreses de la Iglesia de Santa Teresita no tiene límites.
Ahora estamos llamados a ayudar a nuestros hermanos y hermanas más allá de nuestra parroquia en nuestra Arquidiócesis que se han visto afectados por la pandemia. Todos los aspectos de los ministerios de la Iglesia se han visto afectados, por lo que se podría decir que esta es una de las campañas del ABCD más cruciales que hemos tenido. Nuestros seminaristas que son nuestros futuros sacerdotes necesitan nuestra ayuda. Las oficinas de Respeto a la Vida necesitan nuestra ayuda mientras luchan por ayudar a las madres solteras. Los bancos de alimentos necesitan ser reabastecidos, y nuestras escuelas más pobres están sufriendo a medida que educan a los estudiantes de familias que no pueden pagar la matrícula. “Sin embargo, a pesar de todos los obstáculos, la Iglesia sigue siendo un faro de esperanza, una luz para el mundo”, escribe nuestro Arzobispo en su carta del ABCD. Ustedes son esa esperanza porque son la Iglesia. Por favor, sean generosos hoy al procurar continuar la audaz misión de nuestra Iglesia durante estos tiempos difíciles. Por grande o pequeño que sea, que el Señor los recompense por su generosidad.
Que Dios los bendiga a todos,