4 de Febrero – V Domingo en el Tiempo Ordinario

Mis queridos hermanos y hermanas,

El Sagrado Corazón de Jesús es la manifestación del amor humano y divino en Jesús mismo. El amor del Sagrado Corazón es un amor humano, que sale del corazón de quien es real y verdaderamente hombre. Es un amor sensible, capaz de sentir afecto y que se deja influir por él. El suyo es un amor compasivo que siente todo lo que sufrimos. Jesús no sólo comprende todos nuestros problemas, sino que ha sentido cada uno de ellos en su propia persona.

La devoción es cualquier acción en la que nos mostramos libremente dispuestos a servir a Dios. Toda devoción verdadera debe ser
ofrecida por amor: la ofrenda de nuestros talentos, nuestros pensamientos, nuestras acciones y nuestros sufrimientos a Él. Ofrecemos todas estas cosas para Su servicio y el servicio de Su Iglesia. Este es el amor que devolvemos por el amor que recibimos gratuitamente de Dios.

El amor no es una simple abstracción, sino una fuerza transformadora que encuentra su máxima expresión en la acción, en el ofrecimiento desinteresado y generoso de uno mismo a Dios. El amor es siempre una acción. En un mundo en el que el sentido de la vida puede parecer a menudo incierto, en el que las necesidades de nuestros hermanos y hermanas son vastas y diversas y en el que defender la dignidad de cada persona es un deber primordial. Hay una fuerza que puede guiarnos. Esa fuerza es el amor.

Como discípulos, todos estamos llamados a mirar más allá de nuestras diferencias y a unirnos de forma que podamos demostrar el amor en acción. Debemos servirnos los unos a los otros abogando por los enfermos, los necesitados y los no nacidos; mostrando compasión y paciencia unos con otros; compartiendo nuestras bendiciones con los menos afortunados; y perdonándonos unos a otros como Dios nos perdonó. Su apoyo a la Campaña Arzobispal de Beneficencia y Desarrollo (ABCD) es un acto de amor que puede cambiar su vida y la de los demás.

El año pasado, la Arquidiócesis celebró 65 años de su inquebrantable dedicación a nuestra fe y servicio en nuestra comunidad, pero nuestro trabajo no ha terminado. Al mirar hacia el futuro, se nos recuerda que debemos actuar hoy para lograr un mañana mejor. Unamos nuestros esfuerzos, reconociendo que el poder del amor transformador puede influir en un cambio positivo en nuestro mundo.

En devoción al Sagrado Corazón de Jesús, les invito a hacer hoy una donación al ABCD. Al hacerlo, pondrás tu amor en acción y marcarás la diferencia en la vida de quienes más lo necesitan.

Que Dios te bendiga por tu amor desinteresado y tu generosidad. Que Él nos conceda la gracia de ser testigos vivos del amor en acción en un mundo que anhela el amor verdadero y transformador que brota del Sagrado Corazón de nuestro Salvador.

Con amor y gratitud,

Reverendísimo Thomas G. Wenski
Arzobispo de Miami

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