Mis Queridos Amigos,
Hoy celebramos la solemnidad de Cristo Rey, y nuestro año litúrgico llega a su fin. El próximo domingo, comenzamos la temporada de Adviento y los temas que escuchamos en las lecturas de la semana pasada y en las de hoy estarán presentes en la liturgia para el próximo mes: ¡Cristo viene! La segunda lectura de hoy del libro de Apocalipsis nos dice: “He aquí, que viene con las nubes, y todo ojo le verá… (Apocalipsis 1:7)”.
La semana pasada mencioné en mi homilía que la venida de Cristo traerá una batalla espiritual. Las fuerzas de este mundo, las fuerzas del mal (y el mal necesita ser llamado), van en contra de todo lo que Cristo nos enseña. Como lo hizo la gente durante el tiempo de Jesús, vivimos en un mundo pagano, y necesitamos luchar para llevar las enseñanzas de Jesús a este mundo cada vez más secularizado que quiere dictarnos cómo criar a nuestros hijos, cómo vivir nuestras vidas, y cómo y en qué debemos creer. El secularismo se ha convertido en la religión de elección en el siglo 21, y sé que muchos de ustedes como padres buscan valientemente proteger a sus hijos todos los días de estas fuerzas del mal.
Esto es lo que hace que la solemnidad de hoy de Cristo Rey sea mucho más poderosa. Si colocamos a Cristo como Rey de nuestras familias y en el centro de todo lo que hacemos, comenzamos a cambiar la marea de la secularización excesiva y comenzamos a conquistar corazones y almas para Cristo. Ya han leído las palabras “batalla”, “lucha” y “conquista” en esta columna. Este es otro punto fuerte que hice en mi homilía la semana pasada: cuando estamos en una batalla espiritual, llamamos a San Miguel Arcángel para que nos defienda y nos ayude a derrotar el mal que nos rodea. Únanse a mi en oración:
San Miguel Arcángel: defiéndenos en la batalla,
Se nuestro amparo contra la perversidad y las asechanzas del demonio.
¡Reprímale Dios, pedimos suplicantes! y Tú, Príncipe de la Milicia Celestial,
arroja al infierno a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan
dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.
Realmente es una oración poderosa, y una que los animo a orar en su vida personal de oración y con sus familias. Nuestros niños de la escuela lo rezan con la hermana Rosalie todos los viernes después de nuestra misa escolar. Jesús es nuestro Rey y hoy oramos para que todas nuestras familias parroquiales lo honren como tal, ya que traemos su reino, su Buena Nueva, su misericordia y su paz a un mundo que continúa como si Dios no existiera.
Finalmente, debido a que Jesús es nuestro Rey, esta semana dedicamos un día entero a agradecerle por todas las bendiciones que recibimos. Somos un pueblo eucarístico que da gracias a Dios cada vez que nos reunimos para la Misa, pero hay algo especial en el Día de Acción de Gracias cuando las familias se reúnen en la mesa para dar gracias. Este Día de Acción de Gracias, hay mucho por lo que estar agradecido, y como su párroco, doy gracias por el regalo de todos ustedes. Hemos pasado por mucho durante los últimos dos años, ¡y estoy agradecido de que estamos creciendo como una comunidad parroquial que hoy celebra a Cristo nuestro Rey!
Que Dios los bendiga a todos,