Estimada familia:
El Evangelio de hoy compara al reino de Dios con un tesoro escondido en un campo, con una perla muy valiosa. Sin embargo, aunque nos llamamos creyentes y nos aferramos a nuestra fe, siempre temenos nuestras dudas cuando nos enfrentamos a los conflictos y realidades de nuestra vida y de nuestra flaqueza humana.
Nos hace falta la confianza, la confianza en el amor de Dios, su misericordia y compasión. Nuestra patrona, santa Teresa de Lisieux dijo que nuestra dificultad en confiar en el amor de Dios está centrada en nuestra pobreza de entendimiento de nuestras flaquezas, quebrantamientos y pecados. Y ¿Por qué esta dificultad? Es difícil porque la herida causada por el pecado original en cada uno de nosotros nos hace dudar de la bondad y amor de nuestro Dios. Tenemos la tendencia de pensar como el mundo, el cual no dice que debemos ganarnos el amor de Dios siendo perfectos, fuertes y sin mancha de pecado. Esta forma de pensar, a pesar de ser altruista, coloca a la perla muy valiosa a una distancia inalcanzable para nosotros.
Debemos entender que el amor de Dios no es algo que ganamos, sino que recibimos. Dios nos da su amor libre e incondicionalmente a todos. San Pablo le dijo a los Romanos, “Yo sé que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni las fuerzas del universo, ni el presente ni el futuro, ni las fuerzas espirituales, ya sean del cielo o de los abismos, ni ninguna otra criatura podrán apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Rom 8:38-39). Debemos siempre recordar estas palabras de San Pablo, es más, debemos memorizarlas tal y como hemos memorizado el “Padre Nuestro”.
Debemos confiar que Jesucristo es el que nos hace santos y no nuestras acciones. Debemos confiar en que Él nos hará ser santos grandes, aunque no seamos capaces de verlo, aunque continuemos luchando con los mismo pecados día tras día, aunque tengamos que esperar por la gracia de la santidad hasta el mismo día de nuestra muerte. Tal y como santa Teresa de Lisieux dijo en una de sus cartas, “es confiar y nada mas que confiar lo que nos lleve a amar”.
¡La perla muy valiosa puede ser de nosotros! Solo tenemos que saber que el tesoro escondido en el campo puede ser nuestro si nos aferramos a la misericordia de Dios con plena confianza.
Paz y bendiciones,
Fr. Omar