1 de Agosto – XVIII Domingo del Tiempo Ordinario

Querida familia:

En la lectura del Evangelio de hoy hemos escuchado la invitación más grande y maravillosa que jamás haya recibido la humanidad: “Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed” (Juan 6, 35). Esta es una invitación a estar con el Señor y creer en él. Lamentablemente, muchos no han aceptado esta invitación, pero, es aún más triste ver que muchos de los que la han aceptado, no la toman en serio, no porque no les guste la invitación sino porque no creen que la invitación satisfaga sus expectativas.

El Papa Francisco brindó una gran enseñanza de cómo podemos beneficiarnos de esta gran invitación de Jesús. En el capítulo cuatro de su exhortación apostólica Gaudete et exultate (Alégrense y regocíjense) dice que hay cinco signos y actitudes espirituales que son necesarias seguir cuando aceptamos esta invitación de Jesús. La primera señal es tener una base sólida en Dios, el cual nos ama y nos sostiene; esta fuerza interior que viene del Señor, dice el papa, nos permite perseverar en medio de los altibajos de la vida y nos ayuda a soportar la hostilidad, la traición y los fracasos que experimentamos de otros.

El segundo signo es poseer un alegre sentido del humor; La alegría cristiana suele ir acompañada de un buen sentido del humor. No podemos ser tímidos, tristes o aburridos. La tercera señal es una audacia apasionada por evangelizar y hacer la diferencia en el mundo de hoy; esta audacia tiene que estar centrada en los Evangelios. El cuarto signo es vivir en
comunidad; no estamos destinados a vivir separados de los demás o separados de aquellos a quienes amamos. El aislamiento trae tentaciones a nuestras vidas. Y finalmente, el quinto signo es una actitud constante de oración; debemos tener una apertura habitual a lo trascendente, expresada en la oración y en la adoración.

Los invito a todos, así como a mí mismo, a revisar estos cinco signos en nuestra vida y hacer los ajustes y cambios necesarios. Debemos recibir la invitación de Jesús y participar en el banquete de amor que él nos despliega constantemente. Los dejo ahora con un mensaje de agradecimiento de Adam Cahill, nuestro seminarista en residencia durante este verano.

¡Paz y bendiciones para todos!

Padre Omar

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