Mis Queridos Amigos,
¡Con la fiesta de hoy del Bautismo del Señor, concluimos la época navideña y la bendita temporada navideña que hemos tenido. Nuestros sacerdotes estaban encantados, como los Reyes Magos cuando vieron la estrella, cuando vieron la cantidad de personas que vinieron a misa durante la Navidad. Todavía recuerdo la alegría exuberante del Padre Esteban cuando vio la cantidad de personas que asistieron a su misa del día de Navidad. Durante todo diciembre, estaba claro que queríamos celebrar la Navidad con gran alegría. Cuando nuestra escuela organizó la caravana con fotos con Santa, creamos un atasco de tráfico durante más de dos horas en nuestro vecindario para que nuestros hijos pudieran celebrar. Esta alegría festiva no debe terminar ahora que la época navideña llega a su fin, sino que la alegría debe estar con nosotros durante todo el año nuevo.
En cada misa de Nochebuena y Navidad, tuvimos visitantes y feligreses que no habían asistido a misa desde que comenzó la pandemia. Había una sensación de emoción para ellos por estar de vuelta dentro de nuestra iglesia. Muchos de ellos han seguido acudiendo a misa en las semanas siguientes, que son signos de que lenta pero seguramente nuestra asistencia a la Misa sigue aumentando a pesar de las restricciones de distanciamiento social. La gente quiere experimentar la Misa en persona y recibir a Jesús en la Santísima Eucaristía. La gente quiere recibir el sacramento de la reconciliación también, cuando escuchamos cientos y cientos de confesiones durante el Adviento. Nuestra sed de Cristo viviente sólo se ha profundizado durante la pandemia, y venimos a nuestra hermosa iglesia para ser alimentados con las gracias que dan los sacramentos.
Hoy nos enfocamos particularmente en el sacramento del bautismo y se nos recuerda que a través del bautismo todos estamos llamados a una vida de santidad. Ese gozo que experimentamos durante la Navidad es el gozo que María y José sintieron cuando Cristo nació, y es el gozo que sienten los nuevos padres cuando vienen a nuestra iglesia a bautizar a sus hijos. Hay una línea maravillosa en el rito del bautismo cuando el sacerdote o diácono se dirige a los padres que enfatiza esta llamada a la santidad: “Por el agua y el Espíritu Santo [este niño/niña] debe recibir el don de la nueva vida de Dios, que es amor. Por tu parte, debes hacer de constante cuidado de criarlo (ella/el) en la práctica de la fe. Ver que la vida divina que Dios le da a (ella/el) se mantiene a salvo del veneno del pecado, para crecer siempre más fuerte en su corazón. “Dios comparte con nosotros su vida divina a través de los sacramentos. Que sigamos compartiendo esa vida divina y esa alegría divina con el mundo.
Por último, quiero darles las gracias a todos ustedes, queridos feligreses, por su abrumadora generosidad con sus ofrendas de Navidad a la parroquia. Hemos tenido tantos gastos relacionados con COVID en el último año, y su generosidad inquebrantable a Santa Teresita ha sido ejemplar especialmente en las donaciones en línea. Este es un testimonio del amor por su parroquia, su hogar y de su amor por la misión de la Iglesia. Que Dios bendiga su generosidad abundantemente.
Que Dios los bendiga a todos,