12 de Junio – Solemnidad de la Santisima Trinidad

Mis Queridos Amigos, 

Este fin de semana damos la bienvenida a nuestro nuevo vicario parroquial, el Padre Andrew Tomonto. Viene a nosotros desde la parroquia de St. Coleman en Pompano Beach, donde sirvió su primera asignación por dos años después de ser ordenado. Como mencioné cuando anuncié su llegada, pasó un verano aquí en Little Flower como seminarista hace 8 años. Sé que lo abrazarán y lo amarán como han amado a todos los sacerdotes que han servido a esta parroquia y nos han alimentado desde nuestro altar. (Pueden leer más sobre el Padre Andrew más adelante en este boletín).

Esta próxima semana celebraremos nuestra devoción anual de 40 horas con exposición y adoración del Santísimo Sacramento desde las 8:00 a.m. del jueves por la mañana hasta la medianoche del viernes por la noche. La iglesia estará abierta y el Santísimo Sacramento estará expuesto durante toda la noche del jueves por la noche. Las misas seguirán celebrándose con normalidad como parte de estas 40 horas. La oración es esencial para nuestra vida como parroquia, y cuando nos reunimos como comunidad para hacer una hora santa, para arrodillarnos ante nuestro Señor en adoración, haciendo acción de gracias y súplica, nuestra oración se amplifica a medida que la Eucaristía fortalece nuestro vínculo como el Cuerpo de Cristo.

Este año les pido que mantengan dos intenciones particulares en sus corazones al participar en este maratón de oración. El primero es muy importante en los corazones de dos de nuestros sacerdotes: orar por el fin de la violencia y la persecución cristiana en Nigeria. Parece casi un hecho cotidiano cuando el Padre Uko o el Padre Stephen se me acercan en la rectoría para contarme algún episodio trágico que ha ocurrido en su tierra natal. Particularmente en la diócesis natal del Padre Stephen, que se encuentra en el norte del país, los cristianos están siendo perseguidos y, como fue el caso el mes pasado, algunos están siendo ejecutados simplemente por creer en Jesucristo. Veo el dolor en los rostros de mis hermanos sacerdotes mientras hablan de Nigeria. Hacen mucho por nuestra comunidad. Lo menos que podemos hacer es unirnos a ellos en oración por la paz en su patria. (Escribí esta columna el día antes de Pentecostés, cuando cerca de 100 fieles fueron masacrados durante la misa dentro de su iglesia en el suroeste de Nigeria, por lo que la necesidad de oración es ahora aún más urgente).

La segunda intención por la que les pido que oren fervientemente es por la próxima decisión sobre el aborto que la Corte Suprema emitirá y que esperamos revierta el caso Roe vs. Wade de hace 49 años que ha causado la muerte de decenas de millones de niños inocentes en nuestro país. Si bien muchos esperan que esta decisión se ponga del lado de la vida, esto no significa que nuestros esfuerzos para poner fin al aborto hayan terminado. Ahora más que nunca, nuestra Iglesia debe apoyar a las madres y parejas que experimentan embarazos inesperados y ayudarlas a cuidar a sus hijos. En una carta que el arzobispo Wenski escribió a sus sacerdotes el mes pasado, dijo: “debemos redoblar nuestros esfuerzos para acompañar a las mujeres y parejas que enfrentan embarazos inesperados o difíciles, así como para ofrecer misericordia a quienes sufren de aborto”. La Iglesia debe ser vista como un santuario de misericordia y no como un lugar de condenación. El Arzobispo se hace eco de esto cuando escribe: “Es aleccionador que la investigación reciente en comunicaciones nos dicen que muchos católicos no ven esta respuesta compasiva, y muchos desconocen la ayuda de la Iglesia para los necesitados. Lamentablemente, a menudo ven a la Iglesia como dura y rígida en lugar de compasiva y misericordiosa. La parroquia es un lugar maravilloso para dar testimonio de lo que es la verdadera compasión y misericordia”. Y como parroquia continuaremos, a través de nuestro Ministerio de Respeto a la Vida, brindando asistencia a cualquier mujer o pareja que enfrente un embarazo inesperado.

Realmente hay tantas cosas que podemos poner a los pies del Señor esta próxima semana cuando nos reunamos para la Devoción de las 40 Horas: paz en Ucrania, paz en nuestras respectivas patrias, paz en nuestro país y para poner fin al flagelo de la violencia armada que ha estado plagando a nuestra nación, especialmente en las últimas semanas (este también es un tema de la vida que ha sido abordado por nuestros obispos estadounidenses este mes). Muy herido esta nuestro mundo. Tanta tragedia. Y, sin embargo, nuestro Señor nos clama: “Venid a mí, todos los que estén cargados y agobiados, y yo los aliviare (Mateo 11:28)”.

Insto a cada feligrés a inscribirse para una hora de adoración y oración durante la Devoción de 40 Horas. Puede hacerlo en el internet en cotlf.org/40hours o inscribiéndose en el libro que está presente en el vestíbulo de la iglesia. Inundemos el cielo con oraciones por las intenciones que he mencionado y por aquellas que tanto apreciamos en nuestros corazones. En la Eucaristía, nuestro Señor cumple su promesa de no abandonarnos nunca. Acudamos confiadamente a él en oración esta semana como parroquia y unámonos por su amor misericordioso.

Que Dios los bendiga a todos,

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