Tomado del Misal de la Biblia de San Andrés:
Tiempo perdido no es algo apreciado en la sociedad estadounidense. Somos un pueblo gobernado por el reloj. El tiempo es dinero porque el tiempo debe llenarse con una actividad controlada con un propósito que produce cosas que se pueden vender. Estamos convencidos de que debemos tener el control del tiempo. Lo último que el estadounidense productivo querría hacer es perder el tiempo jugando con realidades que no producen una mercancía vendible.
Pero el Creador de El cielo y la tierra son descritos por las Escrituras como el original y el mejor de los jugadores. La actividad creativa es lúdica y las personas creativas no sienten que lo que hacen es un trabajo. Las personas creativas también tienen la sensación de que su creatividad y todo lo que modelan en el espíritu creativo son regalos que han recibido. El cristiano puede hablar de esto y de la visión contemplativa que ve toda la realidad como un don o una gracia. Nuestra respuesta agradecida la llamamos adoración o eucaristía.
No podemos hablar del Tiempo Ordinario sin hablar del domingo. La celebración cada siete días del Día del Señor es la estructura básica sobre la cual se construye el año de la Iglesia. Los grandes tiempos litúrgicos de Adviento-Navidad y Cuaresma-Pascua son celebraciones más amplias de aspectos particulares del único misterio pascual que celebramos cada día del Señor. Estas temporadas especiales centran nuestra atención en las dimensiones críticas de un misterio, un misterio tan abrumador que nos vemos obligados a separar sus elementos diversos para una atención en particular. Estas temporadas de ninguna manera minimizan la importancia crítica de la celebración del domingo durante el resto del año.
El Tiempo Ordinario no es muy ordinario en absoluto. El Tiempo Ordinario, la celebración del domingo, es la marca de identificación de la comunidad cristiana que se reúne, recordando que en este primer día de la semana el Señor de la vida fue elevado y la creación finalmente se completó. El domingo como un día de juego y adoración es un sacramento del tiempo redimido. Cómo vivimos el domingo proclama al mundo lo que creemos sobre el tiempo redimido ahora y para siempre.
Lo que sucede en nuestras iglesias cada domingo es el fruto de nuestra semana. Lo que sucede como fruto de la semana pasada es el comienzo de la semana próxima. El domingo, como todos los sacramentos, es simultáneamente un punto de llegada y partida para los cristianos en su camino hacia la plenitud del Reino. Esto no es ordinario en absoluto. Esto es el tejido de la vida cristiana.