4 de Septiembre – XXIII Domingo en el Tiempo Ordinario

Mis Queridos Amigos,

Porque, ¿Qué hombre conoce los planes de Dios? ¿Quién puede imaginar lo que el Señor quiere? (Sabiduría 9:13) 

Esta pregunta inicial de la primera lectura de hoy es una pregunta perfecta para que reflexionemos durante este fin de semana largo. Discernir la voluntad de Dios en nuestra vida es la esencia de la vida espiritual. ¿Qué ha planeado Dios para nosotros? ¿Qué camino quiere que tomemos? Cuando oramos “hágase tu voluntad” en el Padre Nuestro, ¿cuál es exactamente la voluntad de Dios? 

La razón por la que digo que estas son preguntas grandes para orar durante un fin de semana largo es porque en este Día del Trabajo, oro para que encuentren algo de tiempo para descansar y algo de tiempo para pasar con nuestro Señor. No hace mucho tiempo, entré en nuestra Capilla de Adoración una tarde entre semana y me sentí edificado por la cantidad de personas que estaban allí arrodilladas ante el Señor en profunda oración. Tantas cosas que pedir al Señor. La súplica es importante en la oración, pero siempre debe ir precedida por escuchar al Señor. ¿Qué tiene que decirnos y cómo respondemos? 

A veces podemos sentir como si Dios nos pidiera lo imposible. Imposible no era una palabra en el vocabulario de la santa cuya fiesta cae precisamente en el Día del Trabajo: Madre Teresa. Lo que es tan notable acerca de Santa Teresa de Calcuta es que, al responder a su llamada para servir a los más pobres de los pobres, a veces se sentía abandonada por Dios. Sin embargo, ella persistió. Continuó cargando su cruz a pesar de que sentía que la cargaba sola. Todos los días pasaba una hora frente al Santísimo Sacramento, incluso cuando no sentía la presencia de Aquel que la llamaba. Al llevar a cabo su misión dada por Dios de llegar a los pobres, la Madre Teresa nos mostró lo que es verdaderamente posible cuando nos rendimos a Dios, incluso cuando nos sentimos abandonados por Él. No es Él. Somos nosotros. Somos los que no podemos percibir Su presencia a veces, y somos los que lanzamos la palabra imposible. 

La Madre Teresa nos dio una lección sobre cómo rendirnos al Señor. Una vez dijo: “La entrega total consiste en entregarnos completamente a Dios, porque Dios se ha dado a sí mismo a nosotros. Si Dios no nos debe nada y está listo para impartirnos nada menos que a Sí mismo, ¿responderemos con solo una fracción de nosotros mismos? Renuncio a mi propio yo y de esta manera induzco a Dios a vivir para mí. Por lo tanto, para poseer a Dios debemos permitirle poseer nuestras almas”. En otro instante, la santa proclamó: “Deja que Dios te use sin consultar contigo. Deja que el Señor te atrape… Déjate atrapar por Él y luego deja que Él se deshaga de ti por completo”. 

Así que la próxima vez que estén a punto de lanzar la palabra “imposible”, pregúntense si se han rendido totalmente a Dios y a su voluntad. ¿Hemos buscado Su consejo como dice la primera lectura? Cristo dice que no podemos ser sus discípulos si no tomamos nuestra cruz y lo seguimos. 

La Madre Teresa dejó todo para hacer precisamente eso. Ella cargó su cruz fielmente, incluso a través de la noche oscura, y esa cruz rompió puertas que eran imposibles de abrir. ¿Dónde está su cruz? ¿Cuál es su llamado imposible? Entréguense completamente a Dios: no solo una parte de ustedes, sino todo su ser. Deja que Él los atrape, deja que Él viva en ustedes, y deja que Él se deshaga de ustedes como Él quiere. No es imposible, porque esta pequeña monja nos mostró que esta palabra no pertenece en el vocabulario de un cristiano. 

Que Dios los bendiga a todos,

Share This To: