8 de Mayo – IV Domingo de Pascua

Mis Queridos Amigos:

¡Feliz Día de las Madres a todas nuestras madres! 

Es justo que celebremos este día durante el Mes de María. Recurrimos a su protección materna durante estos tiempos difíciles en los que todos necesitamos el abrazo maternal de nuestra Santísima Madre mientras vagamos por este valle de lágrimas. La razón por la que la imagen de las lágrimas me viene a la mente es porque pienso en todas las madres que lloran por sus hijos que se han alejado de su fe o las madres que lloran porque perdieron a un hijo que y rezan porque esté siendo abrazado fuertemente por nuestra Madre María en el Cielo. El don de la maternidad es sagrado, y en este día recordamos todos los actos desinteresados que nuestras madres hacen por nosotros, les agradecemos por darnos el precioso don de la vida y por inculcarnos nuestra hermosa fe católica. 

Sin embargo, una madre todavía anhela a los hijos que se han extraviado. El Papa Francisco dio una homilía hermosa sobre la maternidad de María y la maternidad en general en la solemnidad de María, Madre de Dios en el 2019: 

En la jornada de la vida, dejémonos tomar de la mano. Las madres toman de la mano a los hijos y los introducen en la vida con amor. Pero cuántos hijos hoy van por su propia cuenta, pierden el rumbo, se creen fuertes y se extravían, se creen libres y se vuelven esclavos. Cuántos, olvidando el afecto materno, viven enfadados e indiferentes a todo. Cuántos, lamentablemente, reaccionan a todo y a todos, con veneno y maldad. En ocasiones, mostrarse malvados parece incluso signo de fortaleza. Pero es solo debilidad. Necesitamos aprender de las madres que el heroísmo está en darse, la fortaleza en ser misericordiosos, la sabiduría en la mansedumbre. Dios no prescindió de la Madre: con mayor razón la necesitamos nosotros.  La Virgen no es algo opcional: debe acogerse en la vida. Es la Reina de la paz, que vence el mal y guía por el camino del bien, que trae la unidad entre los hijos, que educa a la compasión.

Papa Francisco, Homilía de la Solemnidad de María, Madre de Dios, 1 de enero, 2019

Nuestras madres ciertamente nos toman de la mano y nos llevan a Cristo. Por esto las honramos no solo hoy, sino todos los días. Oramos por nuestras madres en el cielo que muchos de nosotros extrañamos en este domingo que puede ser agridulce para algunos. Encomendamos a todas nuestras madres a la Virgen María para que siempre las proteja y sea un modelo de la maternidad que lleva a todos los niños a Jesús. 

Hoy la Iglesia también celebra el Domingo del Buen Pastor y de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Pienso en todas las madres que han apoyado y orado por sus hijos al abrazar el sacerdocio de Jesucristo. Las madres de los sacerdotes adoptan a los hijos espirituales de sus hijos como sus propios nietos espirituales. Sus oraciones son poderosas porque, como María, ven a sus hijos dar sus vidas por los demás y asumir el papel de intercesores. Nunca dejemos de orar por las vocaciones. Nunca dejemos de orar por nuestras madres que a través de su devoción incansable a sus hijos nos dan una idea del amor que nuestro Dios tiene por todos y por cada uno de nosotros. 

Que Dios los bendiga a todos,

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