La columna de esta semana esta escrita por el Padre Omar Ayubi.
Querida Familia:
En el evangelio de hoy el Señor nos da una responsabilidad enorme. Nos da un mandamiento nuevo, como lo hizo con sus discípulos durante la Última Cena: “Ámense los unos a los otros”. Adicionalmente, Jesús añadió una cosa importante justo después de esto: “…y por este amor reconocerán todos que ustedes son mis discípulos”. Por eso conocemos nuestra identidad como cristianos y esa identidad es el amor. El Papa Francisco habló de ello en su homilía para el Jubileo de los Jóvenes del 24 de abril del 2016: “El amor es el documento de identidad del cristiano, es el único “documento” válido para ser reconocidos como discípulos de Jesús. Es el único documento válido. Si este documento caduca y no se renueva continuamente, dejamos de ser testigos del Maestro. Entonces les pregunto: ¿Quieren acoger la invitación de Jesús para ser sus discípulos? ¿Quieren ser sus amigos fieles? El amigo verdadero de Jesús se distingue principalmente por el amor concreto, no el amor en las nubes. El amor siempre es concreto, lo que habla de amor y no es concreto es telenovela, un romance.”
Cualquiera puede pensar que esta es una expectativa muy alta que Jesús está colocando sobre nuestros hombros porque somos sus discípulos. Pero este mandamiento no se nos ha dado al azar y sin fundamento; Él mismo ha cumplido este mandamiento en su relación con nosotros. Jesús incluso nos lo recordó cuando dice en la lectura del evangelio de hoy: “Como yo los he amado, así también deben amarse los unos a los otros”. Él nos ha amado primero y de manera muy grande, muriendo por nuestros pecados en la Cruz y Resucitando al tercer día devolviéndonos a la vida eterna. Este, mi querida familia, es el regalo más grande que jamás haya recibido la humanidad. Él dio Su propia vida por todos y cada uno de nosotros; ¡Qué gesto generoso de un amor, total, y completo! Pero Jesús quiso que supiéramos con toda certeza de Su amor por nosotros, dejándonos con el Sacramento de la Eucaristía, Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, para poder tocarnos físicamente, aunque está a la diestra de nuestro Padre celestial.
Durante casi dos años he sido un instrumento del Señor para todos los feligreses de esta gran comunidad de amor, la parroquia de Santa Teresita y su escuela, y he hecho todo lo posible para permanecer fiel a las enseñanzas del Evangelio del Señor y a todos ustedes. Sin embargo, es hora de que les deje. El arzobispo Thomas Wenski me ha pedido que dirija otra comunidad de amor por los caminos del Evangelio; me envía como administrador de la parroquia Santa Caterina Drexel en Weston.
Quiero agradecer, ante todo, al Padre Manny, por ser no solo un gran párroco sino también un hermano amoroso para mí. También quiero agradecerles a todos ustedes por recibirme y abrazarme de una manera tan especial. Dejaré físicamente esta comunidad, pero mi corazón siempre estará aquí y con ustedes. Mi último día en la parroquia será el 5 de junio. Que el Señor les continue bendiciendo abundantemente y recuerden que nuestra identidad cristiana siempre será el amor.
¡Paz, bendiciones y amor!
Padre Omar